Por Juan Giglio
El Ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov y
el Secretario de Estado yanqui, John Kerry, acaban de anunciar en una inédita conferencia
de prensa conjunta -en la ciudad de Ginebra, Suiza- un acuerdo para conseguir la
“reducción de la violencia en Siria”.
El representante directo de Obama, John Kerry, mostró
confianza en la capacidad rusa de influir sobre el gobierno de Bashar Al Assad,
de manera de “frenar este conflicto y llevarlo a la mesa de las negociaciones, para
concertar la paz”. (Press TV, 10 de setiembre)
Este mismo medio, ligado al gobierno iraní, dice que “Lavrov
declaró que los dos países se pusieron de acuerdo en coordinar sus ataques
aéreos sobre los grupos terroristas en Siria, buscando así la posibilidad de
reducir la violencia por un período prolongado”.
Para esto, “luego de siete días de tregua, Moscú y
Washington establecerán un Centro Conjunto de Implementación, dentro del cual
las representaciones políticas, militares y de inteligencia de ambos países se
pondrán de acuerdo en las cuestiones prácticas”.
El acuerdo involucra directamente a los jerarcas de Siria,
Turquía e Irán, cuyas fuerzas armadas o milicias adictas jugarán un papel central
en el proceso de “pacificación” de Siria, permitiéndoles sentarse en la mesa de
negociaciones instalada en Ginebra.
Con Bashar Al Assad -tema que sigue en debate- todos acuerdan
en mantener al régimen sirio y la “unidad política, geográfica y económica” del
país, enfrentando a quienes cuestionan esta perspectiva, principalmente las
fuerzas kurdas que pretenden imponer el “federalismo”.
El acuerdo Kerry/Lavrov tiene dos objetivos: deshacerse de
ISIS y otras milicias “incómodas” y “convencer” o -si no lo logran- aplastar
militarmente a las milicias YPG/YPJ, destruyendo el sistema del “Confederalismo
Democrático” de los cantones de Rojava.
La presencia de tropas turcas -admitida por todos los involucrados
en el pacto- responde a que, luego de la derrota del plan de “extensión del
Imperio Otomano” a través de ISIS, Erdogan
dejó a estos a un lado para para transformarse en el “perro de presa” de
Ginebra, realizando el “trabajo sucio” de liquidar la expectativas “autonomistas”
de los kurdos.
La tarea de los revolucionarios es ubicarse en la trinchera del pueblo kurdo,
que será atacado ferozmente por esta gran alianza, constituida por los enemigos
históricos de la democracia y el socialismo: los imperialistas y los gobiernos
dictatoriales de Medio Oriente.
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