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El territorio rayado de rojo está vedado por los yanquis a las milicias kurdas, que para unificar los cantones deben ocuparlo. |
La guerra que viene librándose en Siria e Iraq está siendo
ganada por la fracción imperialista liderada por Obama, el imperialismo europeo,
Putin, el Papa y Rohuani, que son los promotores de las negociaciones de
Ginebra y del Pacto 5 más 1, mediante el cual se le levantó el bloqueo a Irán.
El bloque derrotado -que incluía a ISIS- y está conformado
por un sector del Partido Republicano yanqui, el sionismo, Arabia, Qatar y
Turquía, se está acomodando a las condiciones impuestas por los vencedores, que
para avanzar se tuvieron que apoyar -circunstancialmente- en las milicias kurdas.
Para eso, luego de la toma de la estratégica Manbij y la
profundización del asedio a otros dos bastiones de ISIS -Mosul y Raqqa- comenzaron
a desarrollarse una serie de reuniones entre Putin, el Vicepresidente de los
EE.UU. -Joseph Biden-, los jerarcas iraníes, Erdogan y los representantes de Bashar
Al Assad.
Allí se reafirmó el papel que jugarán todos estos y la necesidad
de desprenderse de ISIS y los rebeldes kurdos, ya que todos coinciden en que la
extensión del “federalismo” de Rojava cuestiona la “unidad” política que
reclaman los imperialistas para consumar el saqueo y mantener los privilegios
de las burguesías locales.
En ese sentido, Putin, Obama y compañía aceptaron que Irán juegue
el papel de “gendarme” de la gobernabilidad capitalista, usando su propio ejército,
las milicias libanesas de Hezbollah y las instituciones del régimen baazista de
Siria, que, al menos por un tiempo, continuarán siendo comandadas por Bashar Al
Assad.
Luego de la reunión con Erdogan, el vice yanqui fue directo:
les exigió a los kurdos que “se retiren de Manbij y no vuelvan a cruzar el
Éufrates”, o sea tanto que “dejen de lado la idea de unificar los cantones”. Inmediatamente
después de la advertencia, las tropas turcas invadían la ciudad de Jarablus,
ubicada justo en medio de los cantones de Afrin y Kobane.
Mientras el primer ministro turco Yildirim daba cumplimiento a las órdenes de
Biden, el presidente sirio Bashar Al Assad -con la solidaridad de sus amigos Putin
y Rohuani- dejaba correr la invasión turca al territorio que reclama como
propio, “condenándola”, declamativamente, para guardar las apariencias.
La nueva división de tareas capitalista descarta a ISIS y les
abre las puertas de Ginebra a las bandas menos recalcitrantes, para que ingresen
al proceso de “transición” sirio que están pergeñando Obama, Putin y Rohuani. Un
proceso que puede aceptar muchas cosas, menos la satisfacción de las demandas
elementales del pueblo kurdo.
Más allá de las contradicciones que tendrán lugar mientras intenten
“acomodar los tantos”, todos coinciden en aplastar al enemigo común -el sistema
federal de los cantones de Rojava- para lo cual se valdrán de las conversaciones
de Ginebra y la presión militar conjunta de las fuerzas armadas y las bandas contrarrevolucionarias.
El pueblo kurdo continuará enfrentando enemigos poderosos, algunos
de los cuales dejaron de ser sus “aliados” circunstanciales. Sin embargo, los
nuevos enfrentamientos tendrán lugar en un escalón superior, ya que la causa kurda
comenzó a popularizarse tanto, que podrá contar con la solidaridad más
consecuente: la de los trabajadores y los pueblos de todo el mundo.
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